Templo de Nuestra Señora de la Merced
Como toda buena madre, que siempre está vigilante por el amor a sus hijos, en medio del profundo silencio de su corazón confiado, pero también con el grito del cuidado cariñoso en sus labios por el hijo que ama y espera siempre; así, en una de las cimas de nuestra ciudad hay una Buena Madre cuyo amor y presencia oscila entre 4 siglos. Desde el antiguo mineral de Mellado la mirada pura y santa de Nuestra Señora de la Merced ha custodiado el peregrinar de sus hijos en Guanajuato. Su esplendoroso templo embellecido al paso de los años por los frailes mercedarios y el clero secular continúa en pie soportando las penurias y faltas sacrílegas de tantos; pero ahí continúa en pie, como la madre buena que fiel estará siempre al lado de sus hijos aún junto a la cruz.
A la familia de Busto y Moya los sacerdotes de la Villa de Guanajuato, les pidieron su ayuda para poder traer más sacerdotes religiosos para la evangelización de los nuevos bautizados, por algún conducto alguien de esta familia conocería en España a los frailes Mercedarios, es así que se les ofreció al invitarlos el poder construir un convento para hacer aquí en Guanajuato una fundación de su orden. Como en este tiempo pertenecíamos al obispado de Michoacán ya en la antigua Valladolid; hoy Morelia, existía un convento y un templo mercedario, puede ser que los primeros frailes de la orden de Nuestra Señora de la Merced no hayan llegado de España, sino que vinieron de Morelia a hacer un proyecto de evangelización en primer lugar y después crear la fundación de su orden aquí. Aun cuando la familia de Busto y Moya tuvieran poder económico ellos no podían decidir el traer una nueva orden religiosa a Guanajuato, el obispo de Michoacán es quien tuvo que autorizar el como y quien asumiera este proyecto de iglesia.
Arquitectura
El Templo de Nuestra Señora de la Merced es de estilo barroco, muy austero en su parte interna y externa; pero con profundas significaciones teológicas y mariológicas. En los datos históricos dijimos que cuando la familia de Busto y Moya donó la parcela en el pueblo de Mellado a los primeros frailes mercedarios ya existía ahí en construcción un templo y una casa. Lo más certero es que ese templo haya sido lo que hoy erróneamente llaman la “capilla de San Gonzalo”. Ese sitio manifiesta estructuras y elementos arquitectónicos mas antiguos al edificio o nave de lo que hoy observamos como el templo. Y por su puesto que por sus elementos mariológicos esa capilla fue levantada en honor a “Nuestra Señora del Rosario”. Dos datos suficientes hay para afirmar esto, el primero es que entre las imágenes manipuladas en el sitio que ocupaban en el templo, existe una imagen del siglo XVIII de Nuestra Señora del Rosario y el segundo es que dicha capilla tiene signos del Santo Rosario de gran importancia como lo son los azulejos con las letanías lauteranas de la virgen María y pinturas con pasajes también de la vida de Santa María Virgen. Ya nadie recuerda haber visto la imagen de Nuestra Señora del Rosario en el altar de su capilla, tampoco sabemos como se fue introduciendo la devoción a San Gonzalo. Quizá por ser dominico; y los dominicos han tenido gran influencia en la propagación del santo rosario, en la capilla hubo en algún momento referencia a él; lo que sí sabemos en que la tercera advocación más importante del templo precisamente es San Gonzalo de Amarante.
Arquitectura
Sí sabemos que después de 1756 cuando los frailes mercedarios tomaron posesión de la donación e hicieron la erección canónica del templo y casa con un nuevo sentido, el de ser un monasterio y/o convento mercedario. Está notica nos hace entender que la visión de amplitud fue absolutamente distinta, tanto en su infraestructura, funcionalidad, proporciones y por su puesto magnificencia y esplendor. Estas afirmaciones no son en nada suposiciones, basta contemplar esa arquitectura y belleza a 265 años de esas fechas; cerrar los ojos y dejar ir el pensamiento y observar maravillado tanta belleza y sacralidad que a pesar del paso del tiempo mucho de aquello permanece en pie hasta que Dios lo permita.
Aun cuando muchos escépticos simples sin ningún sentido de iglesia, sin ninguna noción de memoria histórica han juzgado fría y cruelmente señalando el templo en abandono, está es la afirmación mas vil, la más inverosímil e injusta. El Templo de Nuestra Señora de la Merced nunca ha estado abandonado, los ojos tiernos de la bendita imagen de la madre de los cautivos, los fuertes y robustos muros de su templo siempre han contemplado el sacrificio eucarístico en su altar y el bendito eco de la palabra de Dios.